Visita a Shanghai (上海)

¡Hola de nuevo, compañeros de aventuras!

Shanghai 上海

Ya ha pasado otra semana y, como no podía ser de otra manera, ha estado cargadita de novedades y de situaciones inusitadas. Es increíble lo rápido que se pasa el tiempo, pero es aún más increíble cómo los chinos consiguen mantener el nivel de chorradas semanal en una relación proporcional. Es lo que tiene vivir en un país absurdo. Con 5000 años de absurdez. Le coges el tranquillo.

Aquí estoy, impartiendo una clase en chino sobre cultura española
Algunos de vosotros ya sabréis por las fotos y los comentarios de mi Facebook que esta semana tuve que dar una charla introductoria sobre España durante una clase en mi Universidad. Sí, amigos, al final el profesor Li, mi enmarronador personal (o browniemaker) me pilló por banda, y tuve que pasar por el aro guan mor taim y bailar al son que marca su gong ancestral. Había estado intentando evitar esta circunstancia por todos los medios, pero en el momento en el que me percaté de que el notas me estaba mandando mensajes al móvil desde su móvil personal para localizarme, di la situación por perdida y me allané. Por supuesto, preparar una clase de tamaña magnitud me ha vuelto a restar tiempo para estudiar chino, tiempo que, de entrada, no me sobra. Pero bueno, ha sido una experiencia que ha merecido la pena (especialmente cuando me despidieron como "la famosa chica que cantó y bailó en el 60 Aniversario y por cuya alma se están peleando muchas universidades de Beijing") y también he obtenido mis beneficios.


Pero bueno, a lo que vamos, que me enrollo más que una persiana. El mes pasado, cuando vino mi amigo Juanjo a verme, tuvimos la oportunidad de visitar Shanghái 上海. Shanghái es, para muchos, una visita de obligada realización, especialmente cuando se viene a China sin intención de permanecer aquí, solo por el placer de viajar. Tan bien nos habían hablado de la ciudad y tanto la prodigan en todas las agencias de viajes que nos pareció impensable no asomar el gaznate por aquellos lares, así que allá que nos fuimos.

Tomamos un vuelo desde Beijing a Shanghái, ida y vuelta (wangfan 往返), unos 250€ por persona, si mal no recuerdo. El trayecto duró a penas dos horas, y no nos dieron más de comer porque no les quedaba gato en la bodega de carga. E íbamos en low cost, ¡ojo! Vamos, igualito que en España... Al llegar a Shanghái, hicimos la acostumbrada cola para coger un taxi y le dimos las indicaciones pertinentes al conductor para que nos llevase a nuestro hotel. Una de las primeras cosas que noté allí es que los taxistas de Shanghái son "más europeos": no te hablan; es más, si pueden evitarlo, ni te miran. Acostumbrada como estoy a que los taxistas de Beijing quieran saber hasta mi número de zapato, aquello me resultó un poco raro. Muy poco chino. Un segundo detalle que no tardamos en apreciar fue que, a diferencia de otros aeropuertos, entre el aeropuerto de Shanghái Hongqiao 上海虹桥 y la ciudad no hay separación alguna: todo es una amalgama de edificios altísimos e impresionantes, hasta que te das de bruces con el río. Y sanseacabó.

Las "afueras". En teoría.


"El edificio de los malos", como lo llama Juanjo, visto desde la Plaza del Pueblo

Llegamos a nuestro hotel, el Baron Business Hotel, un 4 estrellas muy bien situado, a unos 5 minutos escasos del Malecón (Bund, haitan 海滩), que es uno de los enclaves más hermosos para visitar durante la noche en esta ciudad. Por no decir el único.
El Malecón (Bund)


Aparte de la panorámica ofrecida por los rascacielos iluminados, que de verdad es una escena digna de admirar, por los alrededores no hay más que bares y restaurantes para guiris cuyos precios son verdaderamente disparatados. Hay otra "atracción", el llamado Túnel Mirador del Bund, que no es más que una forma bastante cara y psicodélica de cruzar el río a través de un túnel con muchas luces estroboscópicas y la reproducción de unas grabaciones espeluznantes, no tanto por su contenido como por la mala calidad que se gastan. 50 yuanes que os podéis ahorrar perfectamente.

Entrada al túnel. DON'T. En serio.

Merece mucho más la pena cruzar el río por la superficie, en el ferri, que cuesta 6 yuanes y es un viaje muy agradable y con unas vistas maravillosas. En la otra orilla, la única opción para el turista es ascender a la Torre Jingmao o a la Torre Perla Oriental, para tener una panorámica de la ciudad desde unos 492 metros de altura.

Vista desde la otra orilla


Esto es lo que hay que ver por la zona del Bund. Aparte, quedan un par de cosas dignas de mención, al menos según mi parecer: una de ellas es el casco antiguo, que se compone del Jardín Yu (Yuyuan 豫园) y alrededores. Es una zona de edificios tradicionales, plagada de mercadillos y tiendecitas, que tiene un encanto inigualable. La arquitectura de las construcciones y el diseño de los jardines de Shanghái no tienen nada que ver con los que se pueden contemplar en Beijing, lo cual lo convierte en un deleite para los sentidos. Sin contar los numerosos puentecitos en zigzag, lo que más me gustó del jardín fue que es como un laberinto, con un sinfín de recovecos y lugares escondidos por los que perderse; además, cabe destacar que tanto muros como tejados suelen estar coronados con figuras de dragones, lo cual otorga un aire general muy chino al lugar. Es el Shanghái chino, que solo puedes encontrar aquí. La entrada cuesta 40 yuanes.

Interior del Jardín Yu, 豫园
Tejados de los pabellones

Detalle de uno de los dragones que circundan el complejo


Una de las calles comerciales que rodean el jardín, llena de turistas

Casco antiguo

En Shanghái estuvimos 3 días, así que si os cuento todo lo que hicimos en ese tiempo vais a querer cortaros las venas o arrancaros los ojos de aquí en 15 minutos... Intentaré no extenderme mucho, pero si os interesa algún punto en especial de la visita a Shanghái siempre podéis comentármelo, ya que puedo hacer una entrada en el blog hablando única y exclusivamente de lo que me pidáis.

También visitamos el Templo del Buda de Jade, cuyo principal interés, como bien indica su nombre, es la exhibición de dos estatuas de Buda (el esbelto, el elegante, no el que está para anunciar cerveza Cruzcampo) talladas en jade, que pesan 3 toneladas y que no puedes fotografiar. Dentro el templo fuimos agasajados por un solícito guía que se ocupó bien de que nos gastásemos ("no hay obligación, solo si quieres, eh?") los cuartos un poco más de lo necesario, y al que, sospechábamos, intranquilos, tendríamos que soltar una sustanciosa propina como agradecimiento por sus explicaciones. Afortunadamente, le dimos esquinazo en el último momento, como buenos cerdos ibéricos que somos, y tomamos las de Villadiego a cencerro tapado. Creo recordar que el precio de entrada para visitar este monasterio budista es de 25 ó 30 yuanes (precios en 2012).

Buda de Jade, figura recostada
Alrededores de los pabellones del templo

Detalle del patio central, con señora asando nubes ahí en medio

Y bueno, estos son los puntos turísticos más destacados de Shanghái. Hay más cosas que ver, como calles comerciales, mercadillos de antiguedades, etc. Pero voy a dejar que sea mi querido amigo Jorri Potter quien os relate, en tono de humor, sus impresiones sobre Shanghái y las peripecias que allí nos acontecieron. Lo que a continuación transcribo son sus reflexiones personales, que no tenían intención de convertirse en una publicación oficial pero que son demasiado humorísticas como para no compartirlas con el mundo. Creo que su experiencia como viajero transmite de forma mucho más elocuente y vívida las sensaciones que aquí se experimentan. Aparte, que te partes de la risa con las cosas que dice el nota.

Os dejo en sus manos. Yo solo añadiré algunas notas aclaratorias en otro color.

Hola, soy Jorro. En 2012 visité Shanghái y hoy os voy a contar un poco mis impresiones:

En un vuelo de dos horas y media (de Beijing a Shanghái) te ponen de comer, y si cuando reparten la manduca estás dormido te ponen una pegatina en el asiento para recordarte que todavía estás a tiempo para pedir. Más majos los chinos...

Cuando llegamos a Shanghái, lo primero que me llamó la atención es que había muchos edificios pollotrónicos (sobre todo el edificio en el que viven los malos --foto de la Plaza del Pueblo--); pero el casco antiguo es bastante pequeño, así que se ve bastante rápido. Recuerdo que nos metimos por callejuelas y sitios de mala fe y que acabamos en un mercado de bicharracos (el mercado de animales e insectosen el que vendían grillos a cascoporro y pájaros y perros y cualquier bicho que se dejase atrapar, con los peces vivos, ahí metidos en cajas de corcho. Se juntaba con otro mercado de antigüedades, que a nada que te descuidabas intentaban colártela doblada, en el que una vieja intentó estafar a Lara (y al final, por cansina, lo consiguió). Aparte de lo que es el mercado oficial, también estaban los amateurs que intentaban venderte cosas robadas (o falsificadas, o prostitutas, o lo que fuese) cada tres pasos. Cosas de Shanghái.


Comida para levar
Mercado de los bichos
Más mercadillo callejero


La famosa señora ladrona y el farolillo de mis desdichas. Se quedó con 5 yuanes, pero fue divertido regatear.



Mercado de "antigüedades"


De dar tantos paseos al sol sudando como cerdas, por supuesto, nos achicharramos. A título anecdótico, recuerdo lo difícil que nos resultó encontrar desodorante en comparación con lo jodidamente fácil que fue encontrar crema solar protectora de Hello Kitty. Prioridades de la vida.

Hay que ser muy macho para untarse crema de Hello Kitty

También visitamos la concesión francesa, ya que venía en la guía como uno de los puntos de interés de la ciudad. Bueno, pues era un mojón y no tiene más que contar, pero si uno quiere escribir un artículo sobre Shanghái y hacer una mención en condiciones supongo que siempre se puede hacer hincapié en lo reputamierda que era, para que la gente no sienta la tentación de ir allí. Pues eso, ahí lo lleváis. 



Buen turismo para un chino que guste de la arquitectura occidental, pero solo son calles estilo europeo, sin más

Bonus track: Sííííí, señores en pijaaamaaaaa yeaaaah \m/ T__T \m/

Cerca de la concesión francesa (si mal no recuerdo) estaba el parquecito de «haga usted lo que le salga del raben». Artistas invitados: el tio del látigo (foto 1)la vieja de los estiramientos (foto 2), Juan «yo me lo canto, yo me lo bailo» Palomo (vídeo) y el grupo de cante y baile jondo de la tercera  de Shanghái... Todo ello amenizado por la orquesta «me pongo a tocar aquí porque puedo, ¿algún problema, demonio extranjero?». ¡Los que dicen por ahí que la población china está oprimida es que no han visto un parque o una plaza china en su vida, Julio!

Foto 1: Señor dando latigazos con una cadena...
Foto 2: Señora haciendo estiramientos en la valla más alta que podía encontrar
Vídeo: Juan «yo me lo canto, yo me lo bailo» Palomo. Un señor cantando y bailando porque sí, ahí, solo.

Una cosa muy naturista y eco-frendily de Shanghái es que había fruterías con cosas raras por todas partes, por ejemplo la frutishita aquella que parecían dientes de ajo y la que era como una especie de ciruelas (luohanguo 罗汉果). Seguramente esas cosas también las tengan en Pekín, pero como no las vi, pues la comento aquí.



Se llama shanzhu 山竹, «bambú de montaña», también conocida como luohanguo 罗汉果

Otro de los días que anduvimos por allí visitamos el templo del Buda de Jade, donde me llamó mucho la atención que la gente iba a rezar por sus muertos. Supongo que eso será bastante normal por China, pero fue el único sitio de ese tipo que vi. Aparte, en el templo también nos encontramos a un guía to majete que nos los explicó todo sin pedirnos un duro a cambio... Aunque también puede  que lo de ser gratis se deba a que le dimos esquinazo vilmente con bastardidad y alevosía cuando no estaba mirado.

Nos pasamos también por la Plaza del Pueblo, con su mercado de solteros y solteras, muy concurrida. En ese sentido es muy parecida a lo que nos encontramos en el Templo del Cielo de Pekín.
Mercado de solteros, que nosotros llamamos «túnel de la compra-venta de almas»

«¡Vendo hijo!, ¡vendo hijo!»

Como experiencias curiosas vividas en Shanghái, no puede faltar mencionar el Bund (y la parte de enfrente del Bund, que también molaba) y su túnel turístico del paradise and hell que era una experiencia pavonine (ay, no, es más bien kitsch)--aquí Jorri se refiere al túnel turístico del Bund... En el folleto informativo lo describían como una experiencia pavonine, aunque algunos dirían que es más bien kitsch.... Nos quedamos con el culo roto con eso porque no entendimos ni papa... Luego, en la grabación decían algo de paradise and hell. Total, un galimatías sin sentido para el túnel de colorines--; el paseíto de vuelta en barco que nos dimos por el río para cruzarlo; o aquel día que nos llovió a mantas y un estanquero (que resultó ser también vendedor de paraguas a tiempo parcial) nos salvó el pellejo...


Para terminar solo quiero hacer hincapié de nuevo en el mojón que era la concesión francesa, pero que sin embargo tenía un chiringuito que vendía batata con queso, que estaba de lujo que te crujo.

La batata con queso. Te echamos de menos, batata...
Fin.

Bueno, espero que os guste la entrada de este fin de semana. Muchísimas gracias a Juanjo por compartir conmigo su opinión sobre Shanghái, y por llevarme. Francamente, a mí Shanghái no me gustó. La vi una ciudad insegura, con mucho chino deseando robarte o estafarte y muy... muy europea, vamos. Cuando me quiero quedar a vivir en China, es por algo... De no ser por 
Jorri, para mí la visita a Shanghái habría sido un infierno, ¡gracias por estar ahí! 
¡Feliz fin de semana a todos!

Comentarios

  1. Bueno bueno, una nueva entrada en el blog y además con estrella invitada, para dar aún más caché y glamour! Si es que ya me imagino a don Juanjo hablando sobre Shanghai con ese acentillo... xDDD

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  2. Yo cada vez que leo lo de "la reputamierda" me desternillo, en serio, porque puedo oír su voz perfectamente en mi cabeza...

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  3. NO veas que ya pides colaboraciob o cameos en el blog!!!, Que fuerte!!!

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