Imprescindibles: Pingyao y Datong, segunda parte (平遥、大同……特棒啊!)
SEGUNDA PARTE: LA ANTIGUA CIUDAD AMURALLADA DE PINGYAO
Continúo con la crónica de nuestra escapada a Pingyao 平遥 y Datong 大同.
Cuando estuvimos en Datong, a penas si disponíamos de día y medio para visitar todo cuanto queríamos; tiempo más que de sobra, por otra parte, pues creo haber mencionado ya en varias ocasiones que el pueblo no tiene mucho que ver, y que lo más destacado (Grutas de Yungang y Monasterio Colgante) se ve en unas cuatro horas bien invertidas.
Una vez concluidas las visitas programadas, nos mentalizamos para proseguir con la segunda parte de nuestro viaje: la ruta a Pingyao, vía tren-cama.
Pasillo del tren. Como en El Resplandor |
Lily capeando el temporal |
Mirad qué felices íbamos en nuestro zulo |
Y ¡sí!, tuvimos la gran fortuna de estar las cuatro juntas en el mismo compartimento. A un chico asturiano, al que conocimos durante las visitas en Datong, le tocó dormir en el compartimento colindante, pero con viajeros chinos; al parecer, durmió poco. A mi madre le tocó el premio especial de la noche: ¡sábanas calientes! Porque esa es otra, amigos: no vayáis a cometer el error de pensar que vuestra cama es solo vuestra o que habrá una azafata cambiando las sábanas cada vez que entre un viajero nuevo; lo que hay es lo que hay, lo tomas o lo dejas. Mi recomendación personal es que os llevéis un saco de dormir, y os evitéis noches de insomnio innecesarias. Además, entre el colchón y la pared, los hay que dejan las bolsas de patatas, las cáscaras de las pipas o vaya usted a saber el qué. Así que mejor prevenir.
El caso es que, a pesar de todo, caímos absolutamente rendidas en brazos de Morfeo, y despertamos apenas 15 minutos antes de que la revisora anunciase la parada de Pingyao. Una vez bajamos en el pueblo, nos tocó buscar nuestros respectivos hoteles. Como buenas guiris, tomamos un taxi, que nos cobró 16 yuanes por llevarnos al centro de la ciudad amurallada. AVISO: Ahorraos el taxi. En serio, si consultáis Google Maps (o Baidu Maps), os percataréis de que la distancia entre la estación y la entrada a la ciudad antigua no llega ni a 300 metros; los taxistas se aprovechan del desconocimiento para hacer fortuna, así que a menos que estéis muy cansados o que deseéis contribuir a la mejora de la economía local, un paseíto a pie os dejará en vuestro destino.
La moderna Pingyao es, a falta de un término mejor para describirla, poco carismática: una especie de gran polígono industrial, habitado por canis y yolas en moto eléctrica. Tiene una superficie de 1250 km cuadrados, unos 500 000 habitantes (¡ole con el pueblecico!) y se encuentra a unos 80 km al sur de la capital de la provincia de Shanxi 山西, que es Taiyuan 太原. Para aquellos residentes en Beijing que vayáis a visitar Xi'an y os decidáis a hacerlo cogiendo el tren, PINGYAO ES UNA PARADA OBLIGATORIA. No es por ponerme mandona --que lo soy, y mucho--, pero de verdad que no debéis pasar de largo.
El Pingyao actual se parece un poco a esto; obviamente, era tan feo que he tenido que coger esta foto de Internet porque no tomé ninguna con mi cámara |
Como llegamos a las 6:30 y nuestra habitación no iba a estar lista hasta las 9:00, nos dedicamos a hacer el oso por las calles y a disfrutar del ambiente fantasmagórico que reinaba por los adormecidos rincones de esta ciudadela de cuento. Y ahora, ¡tanda de fotos para poner los dientes largos!
Más patios |
¿No os recuerda a "Rise the Red Lantern"? |
"Tengo altículos plohibidos de lugales donde el homble no osa a aventuralse. También tengo yogul helado, al que llamo yogulado." |
MonguersTM
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En el cartel dice: caraperro |
Templo budista (y dos personas jodiendo la foto, que no falten) |
Copichuela de despedida en nuestra última noche juntas |
En las oficinas de turismo de la ciudad se venden unas entradas que dan acceso a todos los templos y museos por ver, incluidos dos de ellos que se encuentran en las afueras de la población. Si disponéis de tiempo (al menos un par de días), comprar el ticket os saldrá rentable; si no, escoged bien con vuestra guía ¡y lanzaos a la calle! Uno de los paseos que más disfruté fue el de la muralla. La muralla de Pingyao es, junto con la de Xi'an, la única que se conserva íntegramente, y puede recorrerse a pie completamente.
Muralla vista desde el exterior |
Desde arriba, de noche (sí, enumero obviedades, ¿qué?) |
Para volver a Beijing, estuve barajando varias posibilidades. Había un tren directo que comunicaba Pingyao con Beijing, pero el trayecto duraba 11 horas (ou yeah), de modo que al final lo más rentable en términos temporales era ir de Pingyao a la capital de la provincia, Taiyuan (unas 2 horas en tren), y desde allí coger otro tren hasta Beijing (entre 5 y 6 horas). Me dispuse, pues, a sacar dinero de un cajero para ir a comprar los billetes a la estación. Para mi sorpresa, cuando introduje la tarjeta en el cajero (y no era la primera vez que sacaba dinero en Pingyao), este no pudo leerla, y rechazó la operación varias veces. Me dirigí entonces a la oficina de mi entidad financiera que, pensé yo entonces, menos mal que tenía sucursal en Pingyao. Después de más de media hora de gestiones en ventanilla, las empleadas concluyeron que mi tarjeta no funcionaba. Viva la perspicacia... Les hice ver que por eso mismo había acudido a la sucursal, porque de eso ya me habia dado cuenta yo sola, y que necesitaba sacar dinero. La solución que me propusieron entonces fue, absolutamente, MADE IN CHINA. "Ah, pues para poder sacar dinero, tendrías que ir a donde te hiciste la tarjeta, y pedir que te expidan una nueva, porque esta no funciona"...
...
...
¿¿HOLAAA??
"O sea, señora, que soy cliente de su banco, y para poder sacar dinero de mi cuenta solo puedo hacerlo, única y exclusivamente, a través de mi tarjeta; y como esta está rota, tengo que ir a BEIJING, a 600 km de distancia, a pedir otra tarjeta para poder sacar dinero en PINGYAO. Y, si no tengo dinero --que es por lo que la gente normalmente quiere sacarlo del banco--, ¿cómo se supone que llego a Beijing a pedir tarjetas nuevas?, ¿me teletransporto?"
A esto, las empleadas respondieron haciendo lo que todos los chinos suelen hacer cuando algo no viene en el manual o se les pide que piensen out of the box: poner cara de póker y lavarse las manos a lo Poncio Pilatos. Y es que China es diferente. Nunca sabes en qué situación absurda te puedes ver envuelto de un momento a otro... O aprendes a sobrevivir, o te dan morcilla. Así de simple.
Al final, una buena frotada con el jersey mágico de mi madre resucitó mi tarjeta, pudimos sacar dinero y compramos nuestros pasajes de tren para Taiyuan. Taiyuan no tiene nada que ver, salvo el dragoncete que habían plantado en la puerta de la estación, por aquello del año del dragón y que, consecuentemente, este año ya no estará.
La verdad, estaba chulo |
Y hasta aquí la escapadita a Pingyao y Datong. Ya veremos qué novedades nos trae el blog la semana que viene.
Ni una varilla de incienso desde entonces. Tiene que estar Buda contento con nosotras 😂😂
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