Visita al "Maosoleo" (毛泽东纪念堂)

Bueno, pues aquí estoy un fin de semana más, dispuesta a "daros el domingo". Sé que os prometí una actualización a mitad de semana... Lo siento mucho, con el nivel de improvisación que se gastan los chinos en lo que a mandar trabajos sorpresa se refiere, es imposible mantener promesas como esa. Hoy mismo, sin ir más lejos, tengo que volver a reunirme con mis compañeros de los bailes y los cánticos para... no se qué montaje de vídeo para la MTV o algo así... Antes de eso, debería terminar la presentación sobre España que tendré que dar el martes a nosequién (patrocinada por el profesor Li). Y, entre todo ese mar de cosas no relacionadas con mi carrera profesional, debería preparar los exámenes finales de chino, para los que faltan apenas 20 días. Total, que suerte tengo si puedo encontrar un rato libre para ir a visitar al señor Roca sin que me suene el teléfono.

Hala, ya me he quejado, costumbre sana y arraigada en mi personalidad. Ahora, al turrón: hoy quiero compartir con vosotros una de las visitas turísticas que hicimos Juanjo y yo cuando vino por estas tierras, y que suele ser de obligada realización para muchos turistas y agencias de viajes. De forma totalmente inmerecida, por supuesto. Se trata ni más ni menos de la visita al 毛泽东纪念堂 Mausoleo de Mao (en adelante, el Maosoleo), donde los chinos conservan el cuerpo embalsamado de Mao (en adelante, embalsaMao),igualito a como era, como si la hubiese palMao el día anterior... O eso aducen ellos. La verdad, circulan por ahí varios rumores sobre el tema (narices que se caen, orejas que se despegan, etc) que el cuerpo en sí no desmiente. Pero vayamos "por partes". Je, je, je.
El "Maosoleo", 毛泽东纪念堂


Para mí, visitar a embalsaMao no era una de mis prioridades como turista; de hecho, no era siquiera una curiosidad, en absoluto, especialmente después de haber visitado Egipto. Si la momia tiene menos de 5000 años, no merece la pena ir a verla. Estas cosas son como el jamón, o el vino: hay que darles su tiempo para que maduren. Y que una tiene un caché, vamos. Hombre, ¡pardiez!

El caso es que, a pesar del poco interés que nos suscitaba el tema, se corrió la voz de que íbamos a ir a perder (al menos) una hora de nuestras vidas haciendo cola a las puertas del Maosoleo, y algunos compañeros de la Universidad, que habían estado posponiendo taaaan interesante visita, decidieron unirse a nosotros e iniciar la larga marcha hasta la Plaza de Tian'anmen, donde se ubica este edificio. A decir verdad, las distancias también juegan un importante papel en nuestra desidia general. Pero lo mejor de todo fue el día que elegimos para hacer la visita: 1 de mayo, Día del Trabajo, fiesta nacional. Que, pronto descubrimos, los chinos celebran haciendo cola a las puertas del Mausoleo de Mao. Bien jugao.


Pasaje subterráneo de entrada a la Plaza de Tian'anmen

Previendo que aquello podría ser el acabose, nos levantamos a las muy temprano, partimos a las temprano y llegamos a las tempranillo y media. Serían las 8.30 de la mañana... y aquello ya estaba de gañanes hasta la cencerreta... Todos los catetos de China habían hincado la azada en el mojón para ir a visitar a su ex presidente en el Día del Trabajo. Y, en medio de aquello, cómo no, nosotros. Solo para pasar el control subterráneo que da acceso a la Plaza en sí, tuvimos que pasar un buen rato haciendo "cola", inmersos en una marea de chinos. Literalmente, un "baño" de multitudes.

Dentro de la plaza, por fin

El Maosoleo tiene un horario fijo establecido, todos los días (excepto los lunes) de 8 a 12 de la mañana, y solo abre por las tardes dos días al año: el 9 de septiembre, día en que murió Mao, y el 26 de diciembre, día de su cumpleaños. O pa fastidiar al Niño Jesús, no sé. La plaza de Tian'anmen ocupa una extensión de 40 hectáreas, esto es, 500 metros de ancho por 800 de largo... Pues la cola serpenteaba a lo largo de la plaza varias veces... Na más de ver el gentío, se me afilaron los codos. Aquello prometía... 

Habían colocado el típico cordel para formar calles y dirigir la cola a lo largo de toda la extensión de la plaza, formando un laberinto de muros invisibles que, siguiendo las costumbres poéticas chinas, llamaremos "El Laberinto del Infinito Hastío y la Paciencia Suprema". Lo mejor era que había que estar ahí, dándolo todo, al pie del cañón, porque si te despegabas medio segundo del cordel o de la masa de chinos que se hacinaba junto a ti, una horda de labriegos salida de la nada se metía con todo el morro en la cola pasando por debajo de la cuerda. Tan ricamente, oigan.


Lo mejor de todo es que, después de llevar un buen rato haciendo cola, algunos de los guardias nos berrearon que no podíamos llevar bolso. Junto al Maosoleo hay unas taquillas donde pueden dejarse las cosas, pero claro, para ir allí teníamos que salirnos de la cola y empezar otra vez desde cero... Así que uno de los miembros del grupo se sacrificó por los demás y nos dijo que, llegado el momento crucial, se quedaría fuera con las cosas, esperando nuestro regreso. Pasado un rato, nos dijeron que no podíamos llevar gorro... Y al rato, empezamos a encontrar montañas de mecheros entre giro y giro de la cola... Yo aguardaba con impaciencia el momento de quitarnos la ropa interior y tirarla al ruedo pero, psh, fíjate tú, ese no llegó...

Y al final, llegamos. Y entramos. Y lo vimos. Y era como Naranjito... Después de una hora y media de cola en el "Laberinto del Infinito Hastío y la Paciencia Suprema" (y el Súbito Desprendimiento de Efectos Personales), pudimos echar un ojo al trofeo, embalsaMao, durante apenas 45 silenciosos segundos de incesante avance a lo largo de un pasillo que conducía a la salida... De verdad, estaba naranja, no sé si por la ingente cantidad de productos que le habrán tenido que aplicar a lo largo de los años para mantenerlo, o porque el hombre era naranja per se, pero era Naranjito: cabezón y naranja.

La foto no es mía, lo juro

Total, después de aquello, la única alegría que nos quedaba es que, al menos, había sido gratis.  Yo me quedo con la frase de Juanjo, al salir del Mausoleo: "¡y al final estaba muerto!". 
Lo dicho, para mí, una visita totalmente prescindible y nada memorable. Pero si alguno de vosotros viene alguna vez a China y quiere ir a ver a Mao, estaré encantada de acompañarle y ser la sacrificada compañera que se queda con los bolsos esperando en la puerta. Sin problema, oye. A mandar.

Aventureros domingueros

¡Feliz domingo!

Comentarios

  1. ¡Gracias una vez más por convertir el domingo en algo que valga la pena! Y la frase de Juanjo... directa a la historia de las Grandes Frases de la Humanidad, sin duda xDDD

    PD: lo del color naranja va a ser por indigestión de Risketos. Fijo.

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  2. Yo quiero ir a ese laberinto!!!!!

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  3. Dentro de unos años tendrán que tapar el cristal, seguro que habrá explotado!!!! o tendrá mantenimiento?

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  4. Yo no decian "no foto"como les decimos a ellos por aqui?

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