Después de nuestra visita a Xi'an 西安 , encaminamos nuestros pasos
hacia el mítico Guilin 桂林, un pueblecito al sur de
China, perteneciente a la provincia de Guangxi 广西, donde
pasamos un par de días húmedos pero maravillosos. Esta zona se caracteriza por
concentrar a la gran mayoría de minorías étnicas de toda China: Yao, Hui,
Zhuang, Miao y Tong.
|
Navegando por el río de noche. Precioso. |
Nuestra
guía nos recogió por la mañana en el aeropuerto (después de otro magnífico
madrugón mañanero sin pan con mantequilla para mi madre) y nos condujo hasta
nuestra primera visita programada, la Cueva de la Flauta de Caña, a 5 km al noroeste del pueblo. Esta gruta
contiene inscripciones que datan del año 700 (dinastía Tang) y es un enclave natural impresionante. Las
caprichosas formas y siluetas esculpidas por el agua a lo largo de los siglos
han dotado a la cueva de todo cuanto una imaginación despierta necesita para
pasar una mañana entretenida: frutas y verduras rocosas, manadas de caballos
decorando las escarpadas paredes, flautistas e inmortales sentados en las alturas, delicados cortinajes de piedra, etc.
Por supuesto, una buena gestión del gobierno local y unos focos bien colocados
hacen el resto.
|
Cueva de la Flauta de Caña |
|
Y más cueva de la Flauta de Caña |
A la
salida, después de esquivar a una incansable octogenaria que nos persiguió
escaleras abajo intentando endosarnos un libro que ya habíamos adquirido,
fuimos conducidas al centro del pueblo, a una callecita peatonal llamada
buxingjie (original) donde almorzamos. Aquí me llevé la primera (y diría yo que
la única) decepción con Guilin: a mi paladar, la comida le supo a comida de los
restaurantes chinos de España. Claro que esto tampoco es de extrañar, dado que
la inmensa mayoría de los inmigrantes chinos proceden de poblaciones del sur de
China... Pero, acostumbrada como estoy a comer platos realmente sabrosos, la
comida local me dejó bastante fría.
|
No me impresionas, comida... |
Después
de esto y de un breve paseo por la susodicha calle, nos llevaron a nuestro
hotel, ni más ni menos que el Shangri-la. Las instalaciones, magníficas. La única pega es que estaba un poco
alejado del centro del pueblo, pero tampoco había tanto que ver en el centro y,
además, eran solo 16 yuanes en taxi, así que tampoco era para tanto. Por la
tarde-noche, después de relajarnos en nuestra magnífica habitación, nos fuimos
a la calle peatonal y a la plaza del centro (que se llamaba, sorpresa sorpresa,
“plaza del centro”) para ver, entre cachorritos en venta y catetos motorizados,
un edificio que se convierte en cascada todas las noches a las 20:30.
Entretenido.
|
Selfie con el edificio cascada de fondo. La verdad es que fue muy curioso. |
A la mañana siguiente, nos fuimos a
hacer un recorrido por el río Li. La lástima fue que estaba diluviando, pero a
pesar de ello lo pasamos en grande y el paraje era absolutamente sobrecogedor.
El crucero nos llevó hasta otra población local, Yangshuo, bastante más bonita
que Guilin y totalmente hecha para guiris. Cabe mencionar que al crucero
sobrevivimos gracias a que nos colocamos la prensa del día a modo de ropa
interior, porque con la que estaba cayendo (que nos pusimos chorreando) los del
barco no fueron capaces de mantener el gélido aire acondicionado apagado ni 10
minutos seguidos. A punto de morir.
|
Río Li visto desde nuestro hotel. |
|
Ya de crucero, montañas karsticas envueltas en niebla. |
|
Contra viento y marea :) |
|
Y un español no es un español si no termina cantando bajo la lluvia con un absoluto desconocido |
Almorzamos en otro restaurante local
(y ya me dieron la puntilla, ¡ouch!) y regresamos por carretera hasta Guilin.
El crucero duró unas 4 horas, el regreso en coche, sobre 2. De camino a la
civilización, tuvimos oportunidad de asistir a una clase de pintura china,
donde pudimos ver como un viejo profesor pintaba unas montañitas karsticas y
luego les hacía "una Cecilia", emborronándolas con agua. Pero le
quedó bien al final. Antes de despedirnos, pedimos a nuestra guía que nos
ayudase a contratar una visita nocturna guiada por Guilin, que costó, creo,
unos 200 yuanes por cabeza, pero que valió absolutamente la pena. Muy
recomendable, en serio.
|
Pagodas del Sol y la Luna |
|
Paseos nocturnos |
Ahora, ¡cosas que saber sobre
Guilin!
Al parecer, según nos contó la guía, Guilin ha mejorado mucho durante las últimas décadas gracias
a la visita del ex-presidente Clinton. Cuando estuvo de visita por esos lares,
al ver la contaminación y el estado de dejadez de algunos sitios, dijo que
“Guilin era, a su entender, una muchacha muy hermosa, pero que iba vestida con
harapos y mal maquillada”. Esto hizo saltar el resorte en la mente de los
gobernantes locales, que desde entonces se han esforzado por mantenerla limpia
y con una magnífica iluminación que resalta la belleza natural con la que esta
región ha sido bendecida.
Motos eléctricas. No
encontraréis muchas bicicletas en Guilin. Los que vivís en China, ya sabréis
que una moto eléctrica es ridículamente barata, desde 1500 yuanes. Como la
población local trabaja principalmente en el campo, es mucho más cómodo y
rápido desplazarse de forma motorizada que tener que ir pedaleando de aquí para
allá. El resultado es que aquello parece una convención anual de los Ángeles
del Infierno Motorclub, pero a lo cutre.
Si mal no recuerdo, el gobierno da ayudas e incentivos a los habitantes que residen en los
pueblos aledaños, con objeto de que estas zonas no se despueblen por una
migración masiva a las ciudades. Guilin está rodeado por 12 pueblecitos.
|
La pesca con cormorán |
Por estos parajes se puede
contemplar la ya mencionada pesca
con cormorán. Los pescadores suelen salir de noche, y llevan un par
de cormoranes en la barquichuela para la jornada. Los cormoranes tienen una
anilla alrededor del cuello, de modo que no pueden tragarse los peces cuando
los pescan. Los cormoranes no lo pasan demasiado bien, pero es el método
tradicional de pesca por estos lares. Al final de la jornada, los pobres
pájaros pueden comerse las capturas más modestas, a modo de recompensa.
La agricultura y la ganadería son la
base económica de la zona, junto con los ingresos producidos por el turismo. El
principal cultivo es el arroz (cómo no) y la
especialidad local son los fideos de arroz, guilin
mixian 桂林米线.
El dialecto local es un cachondeo padre. Creo
que ha sido la primera vez en mi vida que le he tenido que pedir a un chino
que, por favor, me hablase en inglés. También manejan el putonghua, pero los tonos les bailan
bastante (más que a mí, y mira que yo soy la guiri). Esto es lo que en chino se
conoce como nanqiangbeidiao 南腔北调, o sea, que en el sur hablan
con el culo. Para que nos entendamos.
Y esto fue lo que hicimos por Guilin
en nuestra breve estancia de 2 días. Recomiendo esta visita, no solo por el
paisaje, también por la gente. Como siempre, los chinos (que no trabajan en la
universidad o en el Starbucks de Sanlitun) son encantadores, y te hacen pasar
muy buenos ratos. Al día siguiente, partiríamos camino a Hangzhou, pan con
mantequilla incorporado, en un respetable vuelo que salía a las 14:00 horas.
Pero esa, amigos, es la siguiente crónica de nuestra aventura. ¡Así que
tendréis que esperar!
¡Besito esquimal!
Preciosas fotillos, Larik. Vamos conociendo China por tus relatos y resulta muy interesante.
ResponderEliminarQue abusan de los focos y de las salsas... cierto: les gusta el color! La noche parece un ferial y el plato una manzana de caramelo (más feria). Pero tienen cosas chulísmas: me encanta el río Li, sobrio y austero; y las montañitas y el verde natural. La estampa es fantástica!
El pescador y los pajarracos tb. me caen bien, todos de negro. Las pájaras me caen mejor todavía (aunque eso no es ya China).
Un besito, guapa. Menudo viaje que os habéis hecho!
¡Es verdad! Cuando lo cuentas me acuerdo de todo. ¡¡Es como volver a viajar!! Jajajaja
ResponderEliminarEspero ansiosa tu próxima entrada... "el veredor" XDDDD
Que te quieroooo!