Cultura: la Fiesta de los Fantasmas Hambrientos (中元节)

Últimamente he estado leyendo mucho acerca de los rituales y supersticiones de la antigua China, especialmente sobre aquellos relacionados con la muerte. No es que yo sea una persona macabra, pero me resulta francamente fascinante hasta qué punto las creencias colectivas pueden diferir las unas de las otras en función de la cultura en que florecen, y es precisamente en el tema de la muerte y los espíritus donde podemos apreciar las mayores discrepancias.


Farolillos para guiar el camino de los muertos

El séptimo mes lunar del calendario chino está dedicado a los espíritus. El decimoquinto día de este mes tiene lugar la celebración de la Fiesta de los Fantasmas Hambrientos (zhongyuanjie 中元节 o  guijie鬼节), espectros que no tienen quien se encargue de ellos y que vagan entre los vivos, buscando algo con que alimentarse. Según las antiguas creencias, cuando morimos el alma se divide en tres partes idénticas, cada una de las cuales sigue un camino diferente: una parte queda ligada a nuestro cuerpo mortal, otra queda a la espera de que se fabrique su tablilla funeraria, en la que residirá dentro del templo de los antepasados de la casa familiar, y la tercera debe viajar al más allá, donde se celebrará el juicio que determinará su destino final. Si algo interrumpe el devenir natural de las celebraciones rituales, cualquier parte del alma puede quedar atrapada en el mundo de los vivos y verse obligada a deambular eternamente sin descanso.
Representación teatral del Festival de los Fantasmas Hambrientos
En un principio, eso de quedarse campando por el mundo a tus anchas no suena nada mal. Pero lo cierto es que, para un fantasma chino, hablando en plata, es una putada como un camión.

Para comprender las dimensiones que este hecho puede llegar a tener, hay que concebir a los fantasmas como “seres vivos”, que necesitan vestirse, alimentarse y satisfacer sus necesidades. A ver, no están vivos, pero hay ciertos aspectos que no los cambia la muerte. Si el fantasma ha llegado a convertirse en un ancestro y mora en el templo de los antepasados, entonces la familia se encargará de satisfacer esas necesidades por medio de ofrendas periódicas de comida, ropa y otros enseres fabricados con papel. Las ofrendas de papel se queman para que su esencia viaje al más allá y así puedan ser utilizadas por el antepasado.


Quema de papel simulando dinero, para que llegue al más allá y los difuntos puedan usarlo

Ahora bien, el problema viene cuando el fantasma no se convierte en ancestro, o queda atrapado en el mundo de los vivos, pues no pertenece a nadie y, por ende, nadie cuida de él. Esto es lo que se conoce como un fantasma hambriento. Si nadie viste al fantasma, sus ropas se desgastan, se ensucian y se ajan; si nadie le alimenta, su cuerpo sufre y languidece. En estas circunstancias, un espíritu puede sentirse (sí, sí, sentirse) tan desdichado que puede tomar represalias contra los vivos.

Representación humorística de cómo el fuego ahuyenta a los malos espíritus

Para evitar que los fantasmas causen algún mal a las familias, se celebra la Fiesta de los Fantasmas Hambrientos (中元节 zhongyuan jie). El decimoquinto día del séptimo mes lunar, las puertas del más allá se abren, dando paso a los espíritus, y la gente hace ofrendas en altares, en las puertas de sus casas o incluso en las calles para apaciguar a estas almas errantes sin consuelo.
Las ofrendas de comida a los espíritus sirven para tenerlos contentos y evitar represalias

Es obvio que la importancia de la muerte en China va mucho más allá de la simple visita al cementerio el día 1 de noviembre, o de vestirse de fantoche y pedir caramelos la noche anterior. Espero poder presenciar este acontecimiento algún día no muy lejano... ¡desde el lado de los vivos, claro está! Esta tradición, entre otras muchas, es una de las cosas que hacen que China me parezca todavía una tierra maravillosa, y avivan mi afecto y mi respeto por ella.


Un ancestro bien cuidado es una bendición para el hogar

Comentarios

Publicar un comentario

¡Comenta! Me interesa saber qué piensas...